Cicinho: de ver a Jesucristo tras 18 caipirinhas y 14 cervezas a comentarista de televisión

Cuando se trata de recordar un fichaje nefasto en las últimas décadas del chandal real madrid 2020/21, casi siempre suele salir un nombre, el de Cicinho. Traía un cartel importante. De hecho, la Prensa de Brasil le comparaba con Cafú. En el Real Madrid se necesitaba reforzar la posición del lateral derecho y Cicinho, con su cartel, parecía que era el jugador perfecto. Llegó en enero de 2006 como uno de los últimos fichajes que haría Florentino Pérez en su primera etapa como presidente blanco, pero acabó convirtiéndose en todo un fiasco. El Real Madrid pagó por él a su club de procedencia, el São Paulo, 7,8 millones de euros. Sus problemas con el alcohol le privaron de dar lo mejor de sí. Ahora, Cicinho (Pradópolis, Brasil, 24 de junio de 1980), con 41 años y ya retirado como futbolista profesional, ha vuelto a brillar, pero ante los focos de un estudio de la televisión brasileña, como comentarista deportivo de éxito. 

Cicinho llegó al Madrid de los Galácticos (Ronaldo, Figo, Zidane, Raúl, Beckham…) con una mochila penosa y difícil de soltar: su adicción al alcohol. Empezó a despuntar en Brasil con la camiseta del São Paulo, con el que ganó la Copa Libertadores del 2005 y el Mundial de Clubes de ese año. Su buen desempeño llamó la atención del Real Madrid, pero un año y medio después lo traspasó a la Roma.

Su paso por el Real Madrid fue un desastre. Las lesiones no le dejaron sacar su mejor versión y su afición al alcohol hizo el resto. Llegó a confesar que bebía tanto que tenía alucinaciones: «Vi a Jesucristo después de tomar 18 caipirinhas y 14 cervezas».

También confesaría años más tarde que su adicción era incontrolable: «Comencé a beber con 13 años, cuando fui a Botafogo de Ribeirao Preto. Me dijeron que la cerveza era buena y empecé a beber. Todo comenzó con el primer trago. Paré con 30. Estuve casi 20 años bebiendo. Llegué a beber más o menos diez cajas de cerveza por día. Hasta el fichaje por el Atlético Mineiro, solo bebía cerveza porque no tenía dinero, luego pasé a beber de todo. Y también fumaba. Lo hice durante 11 años, de 1999 al 2010. Solo fumaba cuando bebía, pero mira que bebía…. Todo el día». Fabio Capello sufrió en sus carnes los desvaríos de Cicinho. A causa de sus borracheras no descansaba y luego se quedaba dormido en las charlas técnicas.

En el verano de 2007 fue traspasado a la Roma por 15 millones, club al que perteneció hasta 2012, con préstamos entre medias a São Paulo y Villarreal. Después, ya con 31 años volvió a Brasil, a jugar en el Sport Recife y volvería a marcharse fuera, a Turquía, para jugar en el Sivasspor turco en el tramo final de su carrera. Acabó retirándose en Brasil, en Brasiliense FC, hace ya más de tres años.

Marry, su ‘ángel’ salvador

De ver a Jesucristo a encontrarse con su ‘ángel’ salvador de carne y hueso. Porque fue Marry, la esposa de Cicinho, a la que conoció en Italia en 2012 durante su paso por la Roma, la persona que le ayudó a desintoxicarse del alcohol: «Ella me animó a conocer los principios que tenía, que eran orientados a la palabra de Dios, y fue así cómo conseguí mi rehabilitación». Luego encontró su camino como comunicador. Primero dando charlas de motivación y ayudando a otros que luchaban por superar sus problemas con las adicciones al alcohol. «Hace ocho años que no tengo problemas con el alcohol y el cigarro. No traiciono a mi mujer, vivo los principios que Dios me pide. Espero que las personas lo miren por el lado del auxilio porque es triste ver a grandes jugadores del fútbol brasileño y mundial con el poder de influir por el lado bueno, y que lo hacen por el lado malo», aseguró tras desengancharse.

Ahora, ya convertido en un ejemplo, Cicinho ha descubierto también sus dotes como comunicador de fútbol. Tras un periodo de prueba con la cadena de televisión brasileña SBT, como comentarista en el programa Arena SBT, presentado por Benjamin Back y que se emite los lunes por la noche, ahora acaba de renovar por un año más. La irrupción de Cicinho en la televisión brasileña ha resultado ser un éxito. Es el otro Cicinho, el reposado y el reconciliado con el fútbol y consigo mismo, el que ha pasado de beber hasta perder el control, enganchado por sus adicciones, a enganchar al público y a la afición con su visión del fútbol y sus muchas historias vividas en el fútbol. Como la que presenció en el Real Madrid en la pelea entre Robinho y Gravesen. «Iba a matarle», confesó ante la audiencia. O como la confesión sobre Dani Alves, al que según ha contado recientemente iba a fichar el Real Madrid, fichaje que desistió el club blanco por contratarle a él.

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